viernes, 18 de mayo de 2012

Comics más famosos: Spiderman no more!

1. El fin de Spiderman. Amazing Spider-man #50 (1967). Guión: Stan Lee; Dibujo: John Romita.

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Y por último, llegamos al mejor cómic de Spiderman de la historia. Un número redondo, el 50, con John Romita en su mejor momento y Stan Lee haciendo la historia definitiva del personaje, enfrentado no al Doctor Octopus o al Duende Verde, si no a sí mismo: a sus propios miedos y dudas. Peter, harto de las difamaciones del Bugle, del miedo de la gente, de la persecución constante de la policía, de renunciar a llevar una vida normal para dedicarse a ser Spiderman, abandona su identidad secreta, y lo hace en la mejor viñeta no ya de sus colecciones, sino de toda la historia de Marvel: el traje abandonado en un cubo de basura mientras Peter se aleja bajo la lluvia. El drama marveliano cobraba una nueva dimensión al enfrentar su mundo de colorines y fantasía superheroica con la cruda realidad del mundo más allá de la cuarta pared: “Cuando me convertí en Spiderman, sólo era un adolescente irreflexivo. Pero han pasado los años, y el mundo ha cambiado… Y tarde o temprano, todo muchacho debe abandonar sus juguetes y convertirse en hombre”. Simplemente, la reflexión más dura que se haya hecho nunca en un cómic de superhéroes, la más inteligente, la culminación de la revolución del género que tan sólo seis años antes el propio Lee había empezado al dotar a sus personajes de una dimensión humana y “realista” que los acercara a sus lectores. Sin embargo, más valor tiene aún la resolución de la historia —para mí—, cuando Peter intenta disfrutar de su nueva vida sin preocupaciones y descubre que su decisión no le ha hecho las cosas más fáciles, y acaba teniendo que reaprender el lema de la serie, que todo gran poder conlleva una responsabilidad, y más importante aún, que madurar no implica renunciar a ser lo que eres y traicionarte a ti mismo. Al final del cómic Spiderman renace con más convicción que nunca, con Peter aceptando su propia naturaleza y dándose cuenta de que tiene que hacer lo que debe, pese a todos los problemas.
Con este número 50, se terminaba de definir al héroe, que se había enfrentado a su prueba más dura, y se acababa con el proceso iniciado con la muerte del tío Ben. Argumentalmente, estaba todo dicho: habría sido el final perfecto para la serie. Pero como es obvio Marvel siguió explotando su franquicia más lucrativa, editando algunos cómics muy buenos, otros no tanto, y una gran mayoría de mierda pura. De alguna forma, pese a los buenos momentos, tras este número todo fue repetir una y otra vez los mismos esquemas —a estas alturas he perdido la cuenta, por ejemplo, de cuántas veces ha colgado Spiderman el traje “para siempre”—. Poco importa, de todas formas, para disfrutar de esta maravilla, un tebeo que en plenos años 60 no contenía batallitas, pero sí toda una lección de épica que más de cuarenta años después sigue conservando toda su fuerza, y que muestra quién es Spiderman y qué le diferencia de cualquier otro superhéroe.

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